Disfruté como nunca un Mundial, el de Rusia 2018. Me imagino que la mayoría de los panameños también. Y, a pesar de que quedamos de últimos en la tabla de posiciones, igual estuvimos felices… al final nosotros estábamos allí y otros, muy grandes, no.
Dimos muestras de ser un país unido (cuando queremos), con una alegría que muy pocos pueden igualar. Disfrutamos las pequeñas victorias, aunque para otros sean solo humillantes fracasos. En algunas regiones del mundo, perder no es una opción. Así que es posible que no entiendan por qué nos conformamos con tan poco, como haber logrado un gol en el Mundial…
Las paradojas de la vida. Por ello me comencé a cuestionar por qué había causado tanto impacto en los otros países nuestra fiesta constante, la alegría que desbordaba la barra, la solidaridad y el entusiasmo; características que algunos pudieron llegar a envidiar.
Pero viendo de frente y sin tapujos la bueno, lo malo y lo feo, comencé a analizar también la característica que, para mí, prevaleció de entre todas las demás: CONFORMARNOS.
Eso me volvió los ojos a la Beca Universal, donde la gran batalla en el estadio de la escuela es lograr ganar 3.0, para que se pueda cobrar el subsidio. Nuestros hijos se conforman con ser mediocres, y, los padres, también se conforman.
Como ya señalé, en países más desarrollados, perder no es una opción. De hecho, en Rusia se manejaba la tesis, en los tiempos de la Guerra Fría, desconozco si ahora también, que, en los deportes o en la escalada por el espacio, por ejemplo, llegar de segundo significaba fracasar.
Para los panameños, anotar un gol fue tan bueno como llegar al 3.0 y cobrar la Beca Universal. Por ello debemos reflexionar sin pasiones, con mente fría y con total objetividad si eso es lo que queremos para el futuro de Panamá: Seguirnos CONFORMANDO.
Luchar por la excelencia debe ser una motivación que se impregne en la mente de todos nosotros. No porque la arrogancia gane la batalla contra la humildad que nos caracteriza; sino, simplemente porque si deseamos competir en el mundo de hoy ya sea en los negocios, en la ciencia y la tecnología, en el deporte o en la política, un 3.0 como calificación final no es una opción.
Para recorrer el camino de la excelencia es indispensable aprender de los errores. Sin embargo, aprender de los propios, cuando es de gente brillante aprender de los de los demás, parece ser el verdadero reto a vencer.
Necesitamos más recursos, mayor compromiso de todos, mejores instalaciones, mejores maestros, profesores y mentores, para cualquier disciplina o actividad que generemos. Pero, lo que más necesitamos, es terminar con el terrible lastre de conformarnos con el 3.0
Estoy segura que, si buscásemos la excelencia, votaríamos realmente por los mejores líderes. Compraríamos los mejores productos, pero de productores panameños, saltaríamos y brincaríamos cuando participamos en una Olimpiada o en un Mundial de Futbol, donde realmente dejemos el cuero en el campo. Y, aclaro, no es que nuestra Sele no haya hecho un esfuerzo de titanes; si medimos todos los contras que teníamos versus el resto de los equipos: los más viejos en promedio, con recursos financieros mínimos, muy pocos partidos de entrenamiento con otros excelentes equipos, etc. etc. etc. Ahora bien, contaban con la mejor fanaticada del mundo. Creo que, si buscásemos el promedio de visitantes en Rusia de los países que participaron en el Mundial, con relación a su cantidad de población, la distancia y costo de llegar hasta allá, Panamá se ganaría con creces también ese record. Aun así, no buscábamos la excelencia; solo nos conformamos con llegar.
Mucho cuidado con la formación que damos hoy a nuestros jóvenes en las escuelas y en los hogares. Eso no hay necesidad de analizarlo. Todos los estudios ya están hechos, sabemos muy bien cuál es el problema y la solución; pero no hemos querido resolverlo como país. Es más fácil tratar con personas que se conforman con cualquier cosa y así comprar conciencias, aliados y cómplices solo con promesas vacías y carentes de compromiso. Por eso en el futuro inmediato conformarnos con el 3.0, con un gol, con participar y punto, no puede ser nuestra opción. Panamá debe empinarse por encima del ME CONFORMO, y luchar, dejando el cuero en la cancha por un verdadero, eficiente, trabajador, feliz y próspero país, con adecuadas y reales oportunidades para la excelencia.