MI MAMÁ ME MENTÍA

He comprobado que mi mamá me mentía.

Me mentía cuando me decía que era la persona más bella del mundo, no por mi cara, sino porque era una niña buena…cuando lo cierto era que ella apenas iniciaba el proceso de llenar mi corazón con valores y principios.

Mentía cuando, secando mis lágrimas, me daba un beso en el brazo que me acababa de golpear y con su acostumbrado “Sana, sana colita de rana” hacía desaparecer el dolor como por arte de magia. Pero, la verdad, era que me estaba enseñando que ante el dolor ajeno, la solidaridad, la caridad y la empatía, son medicinas poderosas.

Mintió cuando le pregunté, llena de miedo, qué pasaría si ella moría… o si yo moría. Nunca olvidaré ese día, no tendría más de 5 años, pero, quedó grabado en mi memoria. Recuerdo su cara, que con el semblante impávido, incluso, con una risita cómplice y sin rodeos me dijo “no  te preocupes…falta mucho para eso. Tendría que estar muy viejita. Además pronto inventarán una medicina para que vivamos muuuuchos años”.  Según la sicología moderna, me mamá había cometido un terrible error al no hablarme con la verdad… sin embargo, como quien cierra un grifo del que salen torrentes de agua, mi temor se esfumó en segundos.  Mi corazón que latía acelerado por el miedo, comenzo a tranquilizarse, y, mi mamá, se volvío el ser inmortal que yo necesitaba para seguir adelante en ese momento. Fue la mejor mentira que ella me pudo haber contado.

También recuerdo el día que gané una mala nota en la escuela…y América, mi madre, con toda serenidad me dijo “quédate tranquila, lo que no entiendes hoy, verás que mañana será como un juego divertido”. Lo cierto, lo verdadero, fue que se sentó conmigo a explicarme, con esa paciencia que solo tiene un maestro, donde estaban mis errores y como corregirlos… me estaba enseñando que las soluciones a los retos y las vicisitudes no llegan a tocar la puerta milagrosamente, si no que hay que ponerles empeño, valentía y dedicación para superarlos. Lección aprendida mamá.

Ya mi mamá no está conmigo, la medicina milagrosa nunca se inventó.  Las colitas de rana no quitan el dolor, y menos si es del alma y, las cosas difíciles, no siempre se convierten luego en un juego divertido. Pero sus mentiras fueron lo mejor que me pasó en la vida.  Me enseñaron a ser un mejor ser humano, a tener fortaleza en la adversidad y, a trabajar duro por las cosas que quería lograr. Mi mamá me mentía para forjar, como si fuese en hierro, el ser humano que soy. 

En lo que nunca mintió fue cuando me dijo lo tanto que me amaba; y, que nadie jamás, podría superar ese amor.  Hoy, cuando la imagino sobre una nube, entre las artesanas que bordan con hilos de plata la túnica de Dios, me doy cuenta que ese amor inmenso del que me hablaba, sobrevive incluso, ahora que ya no está.

Vivirás mientras yo viva.  Y, mientras pueda decirle a mis hijos mentiras para formarlos, también seré una madre mentirosa, si de eso depende que sean los mejores seres humanos que puedan ser.

En homenaje a mi madre…la única super héroe que he conocido fuera de una historia de ficción.

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